El futuro del trabajo y el avance tecnológico, advirtió la Cepal, podrían profundizar las desigualdades al interior del mercado laboral si no se contemplan políticas públicas enfocadas en esta realidad. Actualmente, tres de cada 10 empleos tienen alto riesgo de ser reemplazados por máquinas.

El 28% de las personas en la región se encuentra en un puesto de trabajo con alto riesgo de ser automatizado, señaló Alberto Arenas, director de la División de Desarrollo Social de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Los mercados laborales, destacó, se enfrentan a transformaciones importantes y a una alta incertidumbre por los cambios tecnológicos.

Durante la tercera edición del Seminario regional de desarrollo social del organismo, el especialista afirmó que el futuro del trabajo podría profundizar las desigualdades existentes en los mercados laborales, es por ello que abordar los desafíos de la digitalización y la automatización de los empleos requiere de políticas de inclusión.

“Los cambios tecnológicos pueden generar una dinámica de transformaciones, destrucción y destrucción de empleo, tienen dos lados en la moneda. Muchas veces los empleos que se destruyen no son los mismos que se crean, y las personas que sufren esa destrucción no son las mismas que tienen las ventajas de tener un nuevo empleo”, expuso Alberto Arenas.

En el sector industrial, la proporción de ocupados en puestos de trabajo con alto riesgo de automatizarse se eleva al 58 por ciento. Las actividades de agricultura, pesca y ganadería tienen la cantidad más baja de trabajadores (8%) en esta situación, según el análisis de la Cepal.

“Los cambios tecnológicos son bienvenidos, pero hay que enfrentarlos con políticas de inclusión laboral para hacer frente a esas transiciones y que ante esos impactos que pueda tener la tecnología, podamos entregar protección social y derechos”, apuntó.

Uno de los principales desafíos de los mercados laborales en la región para avanzar hacia un futuro del trabajo inclusivo, es el cierre de la brecha de habilidades. En Latinoamérica, el 31% de los trabajadores se encuentra subcalificado para la ocupación que desempeña y este desfase de competencias puede acrecentarse con la adopción de tecnología.

“Hay una oportunidad para vincular estrategias educativas y de formación con políticas de inclusión laboral bajo estándares de trabajo decente. Es decir, la coordinación entre las políticas de educación, las demandas del desarrollo productivo y el mercado laboral va a ser más necesaria que nunca al debatir sobre el futuro del trabajo”, aseguró el representante de la Cepal.

Y en el desarrollo de nuevas habilidades, el mercado laboral no sólo demandará competencias técnicas, también se requerirá una fuerza laboral con habilidades socioemocionales como el aprendizaje permanente, la flexibilidad o el liderazgo.

Para atender estos retos, las políticas laborales deben estar vinculadas con el crecimiento económico y el desarrollo productivo y social. La pandemia cambió la composición de las políticas laborales pasivas, las cuales se duplicaron, pero luego de la emergencia sanitaria por la Covid-19, estas retornaron a su nivel histórico.

En este contexto, la inversión en políticas laborales tuvo un repunte en la región, casi triplicando la inversión (0.96% del PIB), pero luego de la pandemia, el gasto público en Latinoamérica en políticas de trabajo retornó a sus cifras previas (0.40% del PIB).

No es momento de cambios graduales y tímidos

Por su parte, José Manuel Salazar-Xirinachs, secretario ejecutivo de la Cepal, consideró que la región se encuentra en una coyuntura importante y las políticas focalizadas que se implementen hoy definirán el desarrollo regional en el futuro.