Es una de las ligas de fútbol más vistas del mundo, con algunos de los mejores jugadores del planeta. Pero esta semana nadie habla del ‘juego bonito’ después de que el vergonzoso abuso racista contra la estrella del Real Madrid Vinícius Jr. pusiera a LaLiga en modo de gestión de crisis.
El fútbol español y el sistema judicial del país no se pusieron en marcha hasta que se denunció el décimo incidente de insultos racistas contra Vinicius durante un partido de LaLiga desde 2021, esta vez en Valencia, este domingo.
Siete arrestos fueron realizados por la Policía solo este martes; la Federación Española de Fútbol (RFEF) lanzó una nueva campaña contra el racismo y ordenó el cierre parcial del estadio del Valencia; y LaLiga pidió formalmente que se le otorgaran poderes sancionadores para luchar mejor contra el racismo.
LaLiga dijo que no tiene autoridad para imponer castigos a clubes o aficionados. En su lugar, debe trasladar las investigaciones sobre incidentes de abusos racistas a los fiscales locales, que los tramitan como casos legales.
Pero, ¿a qué se debe esta repentina oleada de actividad tras el incidente nº 10, cuando nueve incidentes anteriores de insultos racistas no parecían suficientes para desencadenar una acción significativa?
La respuesta, según un antiguo jefe de marketing, es el dinero y la reputación.